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martes, 31 de diciembre de 2013

Breve historia de amor de un caballito de feria


La historia es la siguiente: veinte años atrás, tenía 19 años, era joven e idealista. Creía en cambiar el mundo, pero primero tenía que entender mi vida. Fue  uno de los periodos más difíciles, mi padre había enloquecido al extremo y era violento. Además no sabía que hacer con mi vida, fui rechazada en todas las escuelas en donde apliqué para ingresar a la universidad. Pero como nada  ocurre por casualidad encontré un lugar para refugiarme, un grupo de teatro en una casa de cultura al sur de la Ciudad.
Una vez que ingrese al taller de teatro, todo cambio, fueron uno de los mejores años de mi vida, ahí me olvidé de  todos mis problemas, jugaba a que podía ser otra persona.
Ahí fue donde lo conocí, él tenía 23 años, era atractivo, con una personalidad enigmática y encantadora. Era el líder del grupo. Durante ese año tuve mis primeros acercamientos el arte,  con el resto de mis amigos de teatro íbamos a  museos e inauguraciones,  obras de teatro y conciertos e interminables visitas a cafés y bares. En esa época la mayor parte de la actividad cultural se desarrollaba en la zona sur para mi el trayecto era un tour interminable e intrépido. Ese periodo significo una época de cambios, empecé a tomar decisiones sobre lo que quería hacer y comencé con mi primera cámara réflex a fotografiar lo que creía que podría funcionar como una buena imagen.
Él era un tipo divertido, cortés  e inteligente, me encantaba su forma de ser,  lo último que recuerdo fue un viaje que hicimos todos juntos a la playa de Zipolite. Fue el primer viaje que realizaba  sola que hice con mis amigos,  me divertí  tanto que lo recuerdo como si fuera ayer.
A los pocos meses fui aceptada en la escuela de Periodismo Carlos Septién García, deje al grupo y regresé a estudiar. Cada quien tomo su camino.
Se acercaba una década más de mi vida, cuando recibí una llamada de invitación a dar un taller y una charla en San Luis Potosí.
Era  un martes, después de clase, debía de ir a la sala del Museo Federico Silva, donde  ofrecería una ponencia sobre mi proceso creativo y mi trabajo fotográfico.
Al finalizar la charla mi sorpresa fue muy grande, entre los asistentes estaba él, lo reconocí después de tanto tiempo.  Él se me acercó y entonces fue  uno de los encuentros más maravillosos que he tenido. Nuestro encuentro fue un abrazo lleno de emoción y alegría. Teníamos tanto que platicar decidimos ir a tomar algo y ponernos al corriente.
Esa noche fue mágica, estaba  feliz de volverlo  a ver, era él.  No  lo podía  creer. Tomamos una cerveza y mezcal en la cantina El progreso, platicamos y reímos como nunca, al final me llevo a mi hotel, nos besamos por un rato y quedamos de vernos al día siguiente.  
Lo que sucedió después fue la idílica historia de amor y durante tres días puedo decir que fue la luna de miel.
Sus palabras siempre eran las que yo quería escuchar: -Tendríamos una historia-, -Estaremos juntos-, -Quiero una relación y formar una familia-
El recuerdo era tan vigente, que me deje envolver como si fuera ayer.
Tres semanas después lo recibí en mi casa, creía que íbamos a convivir lo suficiente para reforzar la relación que teníamos. Sin embargo poco a poco se mostró tal cual es.
En algunas ocasiones no entendía porque me decía con insistencia  frases tales como: -Mis amigas de tu edad, están desesperadas,  son egoístas al final, no entienden que para entrar en una relación deben de dejar de mirarse ellas-
-Me he salvado de mis antiguas novias, siguen igual, además todas se han querido casar conmigo-
Me dí cuenta poco a poco como se estaba alejando de mi, pero nunca estuvo cerca, solo fue una simulación.
Entonces comenzó  su extraño comportamiento, primero empezó a mentir y cuando le llegaba a preguntar porque lo hacía,  inmediatamente reaccionada de modo defensivo y cambiaba  la historia de lo sucedido.
Lejos de un amor y de sentir mariposas en el estomago, me encontraba angustiada y confundida. ¿Quién era realmente la persona con la que deseaba estar?.
 Empecé a cuestionarlo y a cuestionarme.  Él me argumentaba hasta el cansancio que podíamos estar juntos,  creía en ello, coincidíamos en muchos puntos de  creación.
Así y bajo la premisa de hacer proyectos juntos lo invité a dar un taller conmigo. En dicho taller se ganaría un porcentaje considerable. En un principio no fue lo que yo esperaba, pero poco a poco fue tomando mi ritmo y logramos sacar los talleres juntos. Sin embargo,  cualquier error que yo tuviera era objeto de reclamación.  Me cuestionaba  cosas que ni siquiera habían pasado por mi cabeza. “Me hablaba de Arte social, el arte para todos”
-Solo hablas de ti, solo piensas en ti, eres una egoísta-
Quizá este afán de  querer comprenderlo  todo. Como en mis fotografías me gusta armar  un complejo rompecabezas, la circunstancias me van colocando las piezas y  solo trato de unirlas, darle sentido y significado a cada evento que me sucede.
Sin embargo hay cosas que no se pueden negociar en ninguna relación, en nuestro último encuentro me llego a empujar y amenazar, a lo que le dije –Ten cuidado con lo que haces, soy una mujer capaz de defenderme por mi misma-
¿Cuándo cambio?, ¿Qué fue lo que paso? No tenía ni la menor idea, en un principio parecía sincero y generoso. Se volvió mezquino, grosero, manipulador y  violento.
Y entonces el Unicornio cambio, poco a poco su cuerno fue desapareciendo.
Creí que  lo había encontrado,  esta vez solo me confundí, solo era un simple caballito de feria.
Queridos amigos gracias por acompañarme en mis aventuras e historias, prometo compartir más. Les  deseo un muy feliz año 2014!!!





miércoles, 9 de octubre de 2013

Mi encuentro con Antonie D´Agata

 
Eran casi las dos de la mañana, no dejaba de pensar en el encuentro que una noche antes había tenido con Antonie D´Agata.
Afuera alcanzaba a escuchar la música de la fiesta que se celebraba en el Colegio de las Vizcaínas.  A mi lado dormía una de mis pequeñas modelos, mi sobrina. Deseaba hacer una sesión fotográfica con ella, pero  en mi cabeza circulaban las imágenes que quería realizar junto con los comentarios que me había hecho Antonie respecto a mi último  trabajo. No podía dormir.
Habían pasado algunos  años después de que nos conocimos. En esa ocasión participe en su taller que dio por el año 2004 en el Centro de la Imagen,  yo estaba realizando dos de mis primeros proyectos fotográficos: A vuestras  mercedes  y Diario.
De vez en cuando nos escribíamos vía correo electrónico, con el tiempo  le fui perdiendo la pista y en los últimos años ya no sabía  nada de él.
Al final de su conferencia realizada la semana pasada,  fui a saludarlo, tenía  un poco de temor de que no se acordará de mí. Fue una sorpresa que no me haya  reconocido, cuando le dije mi nombre, se asusto, dio un paso para atrás y después me abrazo efusivamente.
Quedamos de vernos e intercambiamos números de teléfono.  Nos vimos el día siguiente en su hotel.
Lleve mi computadora con   todo mi trabajo digitalizado  y algunas impresiones, él quería ver todo lo que había hecho en estos años.
Con su cálida voz  y sus comentarios certeros me confrontó.  Me hizo ver quien estaba detrás de las imágenes.
 -¿Por que relacionar fotografías tipo siglo XIX y la violencia?- me preguntó
Mi respuesta fue la más incoherente que he dado –porque me gusta-
-Eso no es suficiente- expresó
Entonces me quede pensando por un par de minutos, había olvidado el por qué mi atracción ante esas imágenes.
-En esa época crearon un imaginario visual, algo que no existía, las poses, la ropa, los fondos, la autorrepersentación; era como debían verse y fotografiarse- le dije.
A lo cual me respondió-estás creando un imaginario visual inspirado por la violencia-
Me quede asombrada, no lo había reflexionado de esa manera, mis imágenes  me obsesionan al igual que los temas, creía que entre más complejo fuera mi proceso sería mejor. Es así como he estado operando, pero al final algo no  sincronizaba.
Me dijo que mi proceso creativo era vertical, pero debería ser horizontal, recordé a la poeta Silvia Plath, todo fluye de manera vertical, pero dejo de mirar mi horizontalidad.

Me sugirió que fuera más sencilla  en la elaboración de las puestas en escena.  Y me dije: esta soy yo, quien arma maquetas, compra juguetes antiguos  y juntar fotos raras y de miedo. La que no deja de mirar la nota roja y estremecerse con las noticias violentas.
Esa eres tú, expresó. Al despedirme me regaló unos chocolates, nos volveremos a ver el año que entra.

Esa noche resolví una imagen que llevaba mucho tiempo trabajando, fue más sencillo y sin dejar de hacer lo que me gusta.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Cecilia y el Unicornio

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Tengo algunos años que ando en busca del Unicornio, todavía no sé si lo vaya a encontrar. Hace tres meses comencé una aventura que daba vueltas en mi cabeza. Escribir una historia  infantil en donde los protagonistas de la historia son una niña fotógrafa, un conejo y la busqueda del un unicornio. Inventó  historias que  me tranquilizan, me adormecen ante la realidad que  vivo.
Recuerdo todavía el día que la conocí, su presencia me impuso desde un principio, apenas tenía una semana en la escuela de periodismo y ya quería un ensayo tipo tesis. ¿De que diablos me estaba hablando?.
Para la siguiente clase no regresó, se había lastimado un pie y en sustitución llegó otra maestra. Me sentí aliviada y feliz, en ese semestre ya no la vería.
En esa época no me interesaba escribir, yo solo quería hacer imágenes.
Para mi quinto y sexto semestre, regresó y entonces conocí sus maravillosas clases, su carisma, su irónico sentido del humor y su exigencia extrema.
Era el año de 1998, una semana después de la muerte de mi padre, pude regresar a la escuela, había faltado durante tres semanas, estaba agotada, triste y confundida.
Al verme entrar y acercarme al escritorio para explicar mi situación, solo me alcanzó a decir que no me preocupara por las faltas y los trabajos de la escuela. Me quede perpleja y agradecida, se había convertido en mi amiga.
Terminé la Licenciatura en Periodismo por la Escuela Carlos Septién García, paralelo a mi formación, estudié fotografía y trabajé un par de años en una agencia de fotoperiodismo.
Dos años después regresé a la Septién como Titular de la materia de Fotografía. Ella continuaba  de maestra. Eramos colegas, pero nuestra relación cambió, durante un tiempo me escondí de ella, no deseaba encontrarla  en los pasillos.  Nunca olvidaré que  me gritaba de piso a piso que ya me titulara.
Habían pasado cinco años y yo no tenía mi Título de  Licenciatura, así que ante tal situación y harta de que me exhibiera. Comencé mi historia de mi tesis  con mis imágenes de las madres adolescentes. Pude titularme,  su valiosa asesoría y ayuda fueron imprescindibles para mí.
Hace poco a mi regreso de Los Angeles, la busqué,  tenía males del corazón y nuevamente alivió  mi malestar.  En esa visita me enteré que  le gustaban los unicornios.
Desde diciembre había estado enferma,  cuando nos vimos, se había recuperado un poco, tiempo después tuvo una recaída y hace un mes falleció.
Esa noche fui a su sepelio, mi alma estaba triste y al mismo tiempo  reclamaba el por qué se había ido.
Al acercarme a despedirme en su ataúd alcancé a ver su rostro lleno de paz y tranquilidad.  De su cuello colgaba un dije de unicornio, me quede maravillada, todavía recuerdo su forma y color, en ese momento mi tristeza desapareció.
La coincidencia de las personas que conocemos y se cruzan en nuestra vida es para aprender. Las casualidades no existen, estoy tan agradecida y  feliz de haber conocido a mi  Maestra Cecilia Porras.
Cada uno busca el unicornio a su manera, yo creo que ella ya lo encontró. Mientras, yo seguiré inventando historias.

domingo, 14 de julio de 2013

A seis meses en Oficina de Arte


Tengo seis meses en el Proyecto de Oficina de Arte, coordinado por el Arquitecto Lorenzo Rocha, 
una iniciativa para que artistas tengan su estudio y espacio para la creación de sus proyectos artísticos  en el Centro de la Ciudad de México.  
Mi historia es la siguiente: En los últimos años  había estado sola produciendo en  mi taller-casa,  sin darme cuenta poco a poco me convertí  en una ermitaña.
De alguna manera mi taller tenía que vivir de algo. Había que pagar la renta, así que comencé a dar cursos y talleres. Photo Linterna Mágica fue tomando forma y nombre.
Desde mi computadora y con ayuda de algunos exalumnos y amigos, empezó a crecer mi proyecto.
Tres años más tarde y por motivos ajenos, tuve que dejar mi taller-casa. Decidí darme un tiempo e ir a vivir a  Los Angeles. Embodegué mis cosas en casa de mi madre y me fui.
Cuando regresé decidí moverme al Centro de la Ciudad. Por algunos meses no tuve suerte,  no encontraba un lugar donde poder instalar mi espacio de trabajo, estaba desesperada y necesitaba producir.
En el mes de diciembre del 2012, recibí un correo donde se me invitaba a participar por medio de una convocatoria en el Proyecto Oficina de Arte, sin pensarlo hice una cita con Lorenzo.
Apliqué a la iniciativa y para mi fortuna quede. Me gustaba la idea, aunque por mucho tiempo había vivido en mi taller, había llegado el momento de separarnos.
Oficina de Arte se encuentra en la calle de Correo Mayor, mi deseo se había cumplido, estaba feliz.
Mis vecinos siempre fueron cálidos y amistosos, me sentía rara, era la primera vez que no estaba sola.
Photo Linterna Mágica se instaló y pronto comencé a dar cursos y talleres. Tenía tanto estímulo visual. En las calles de Correo Mayor, la Merced y el Mercado de Sonora eran lugares obligados a visitar para mis escenografías y puestas  en escena. Todo al alcance de mi mano.
Poco a poco fui conociendo el trabajo de mis compañeros,  me inspiraron además de que creció un compañerismo que no había experimentado. Con el tiempo deje de ser  una ermitaña.
Meses más tarde encontré un departamento para  vivir  cerca de mi taller-estudio. Mi producción fue creciendo así como  mi amistad con mis compañeros.
Cada uno fue alimentando mi alma y corazón: Ana con su increíble humor negro y sus hermosos paisajes, Ricardo con su forma inigualable de ser y sus implecables dibujos, Jessica siempre con su enorme sonrisa y sus sobresalientes intervenciones en el espacio, Danyra y sus bordados lúdicos y divertidos , el introvertido de Daniel y su magnificas esculturas y por último, Jesús que junto con José María Velasco reinterpreta su obra de una manera única.
Mi taller-estudio se ha convertido en un oasis para mi creación, estoy tan contenta de estar en este proyecto, pero sobre todo de tener unos compañero únicos. Ha sido una gran experiencia y espero estar por mucho tiempo.
Nos vemos en la próxima entrega




domingo, 16 de junio de 2013

Mi relación de Amor-Odio con Los Angeles.

Bajo ciertas condiciones me he llegado a  sentir confundida, incierta e insegura. Tengo la manía de buscar respuestas, dar significado,   entender y ordenar todo lo que pasa a mi alrededor. Tal vez esta manía me da cierta seguridad.
He aprendido a escuchar mi cuerpo, algunas veces sin aparente causa me da migraña, me salen ronchas, me da diarrea o me estriño. Sé que todo es emocional y energético.
Esta búsqueda me lleva de repente a salir e ir a otra parte, solo sé que necesito irme, regresé a Los Angeles, a una ciudad que me recibe y me enseña de manera única.
Mis primero días fueron increíbles, pues estuve en la feria de fotografía Paris Photo, gracias a la Galería  Patricia Conde.  Mis fotografías estuvieron exhibidas en su stand. No podía sentir más satisfacción y felicidad.  La feria se realizo en los Estudios Paramount, me sentí  pavorreal paseándome en los sets, viendo galerías y fotografías.
Me sentía enamorada, única e invencible, pero el romance terminó, pues la feria acabó.
Por propia decisión me quede un mes más sin tener la remota idea para qué.
Las primeras dos semanas las odié, padecí el cambio de dólar, la comida  me sabía horrible, odiaba el calor y siempre que llegaba  a algún lado en bicicleta estaba empapada de sudor, pues la ciudad no es plana y hacía mucho esfuerzo por subir y bajar sus empinadas calles.
Las fotografías que empecé a realizar no me gustaban y para colmo  el novio me corto vía Facebook.
Buscaba un puente en el cual me pudiera aventar, me imaginaba las noticia en los periódicos en México, en la sección  cultural –Joven artista fotógrafa muere en la Ciudad de los Angeles- sabía que iba a alcanzar la fama y sobre todo la inmortalidad. Eso me daba cierta paz y regocijo. Pero por cobarde y por muchas otras razones no me atreví, eso sí, me salieron muchas ronchas y durante un par de días no deje de rascarme.
Me decía a mí misma, necesito tiempo y estar todavía más lejos,  pensaba en una isla desierta o el oriente, en un lugar donde nadie me entendiera y me pudiera perder.
Seguía pensando el por qué me pasaban estás cosas a mí? Pero de manera mágica poco a poco todo fue encontrando su lugar.
Me tenía que ir para encontrarme, para regresar segura de mí misma, mi trabajo, mi casa, mi estudio y mis relaciones con los demás.
Algunos paisanos que me llegaba a encontrar me decían, -no te vayas-, -que no te gusta Los Angeles?-. -Me fascina-, pero yo tengo que irme, mi corazón esta en el México.
Ahora  en mi estudio en el Centro del Distrito Federal, escribo estas palabras y estoy tan contenta de haber regresado,  me encantan mis  últimas fotografías, mi casa, mi estudio, mis talleres, mi familia, mis amigos y sobre el novio, simplemente no era para mí.
Estoy bien y llena de energía. No puedo decir que mi confusión, incertidumbre e inseguridad hayan terminado, pero ya me cansé de pensar tanto, de buscar y rebuscar, cuando lo único que tengo que hacer es generar lo que más me gusta y necesito.
Nos vemos en la próxima entrega y les dejo algunas imágenes que realicé en mi estancia en Los Angeles.






jueves, 21 de febrero de 2013

Por algo pasan las cosas

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La desilusión inevitablemente llaga a mi de manera que no me lo esperaba, siempre me pregunto   ¿para qué suceden este tipo de acontecimiéntos? Algunos me dirán que es parte de la vida y la experiencia, otros más,  que mejor me vaya a dar una limpia a Catemaco.
La historia es la siguiente: en una de mis primeras citas románticas con un "Artista  Contemporáneo" que por obvias razones omitiré su nombre; termino  en un viejo dicho mexicano, “aquí corrió, que aquí quedo”, (debo declarar que después de estos acontecimientos nuestra incipiente amistad y todo lo demás,  terminó).
Al final no comprendí que sucedió, creo que fue el exceso de alcohol, la luna, el tipo de cambio del peso frente al dólar o tal vez la aproximación de un meteorito.
Lo que si me quedo muy claro fue mi capacidad de relacionar los hechos, buenos o malos, siempre me dan ideas.
Dentro de la confusión y desilusión que sentía, tuve que salir a un viaje programado a la ciudad de Los Angeles, deseaba visitar la exposición Cuerpo y sombras: Caravaggio y su legado en el museo del Condado de los Angeles (LACMA) .  La exposición no fue lo que yo esperaba,  paralela a la exhibición se encontraba la restrospectiva del director de cine Stanley Kubrick.
La exposición abarca el trabajo, antecedentes y bocetos de la trayectoria de este director. Pude conocer sus inicios como fotógrafo de prensa en la década de los cuarentas y sus  películas representadas con los guiones originales, anotaciones, fotografías, accesorios  y vestuario de sus películas.
Consideró que parte del proceso creativo de todos los artistas, es descubrir y comprender sus referencias visuales pero sobre todo el llamado  “lado oscuro”
Este lado oscuro que nos  permite de manera creativa explorar y exorcizar nuestros propios demonios.

En esta exposición descubrí a un Kubric excesivo y obseso, me fascino su lado más oscuro, todo una reflexión en torno a la condición humana, principalmente a la ambigüedad, al miedo y la violencia.

En sus películas predomina una paleta cromática hacia el color rojo y un dato que me pareció increíble: en 1972 Kubric visitó la exposición de Diane Arbus en donde conoció la imagen de las gemelas realizada por la fotógrafa. Dicha imagen sería la referencia visual para la película del Resplandor.
Mi historia personal se conectaba con la exhibición y algunos datos curiosos, la protagonista del Resplandor escapa de la transformación inexplicable de su marido interpretado por Jack Nicholson, mi acompañante de aquella noche,  también se transformo de manera inexplicable.
Con esta experiencia,  ideas y bocetos que rondaban mi cabeza comenzaron a reconectarse, la desilusión se convirtió en más allá de una experiencia desagradable en una solución visual de un proyecto.
En fin, bien dicen que por algo pasan las cosas. Pronto enseñaré las piezas realizadas a partir de toda esta historia.
Mientras les comparto que tengo una colaboración en este mes  en la revista Picnic, no dejen de leerla y hasta la próxima entrega.




viernes, 18 de enero de 2013